Señor en ti confío
Tu eres mi refugio
Eres mi fortaleza
Mi auxilio oportuno

Siempre has estado aquí
Al pendiente de mi
Tu eres mi salvación
Mi esperanza pongo en ti

Podrá la tierra temblar y podrá el mar estallar
Más miedo a mí no me dará pues a mi lado estás
Podrán los ríos rugir, las montañas sucumbir
Tu Espíritu me hace decir: Señor, yo confío en ti

Señor en ti confió tu eres mi esperanza
Por tanto, que me has dado te dedico esta alabanza

Siempre has estado aquí
Al pendiente de mi
Tu eres mi salvación
Mi esperanza pongo en ti

Podrá la tierra temblar y podrá el mar estallar
Más miedo a mí no me dará pues a mi lado estás
Podrán los ríos rugir, las montañas sucumbir
Tu Espíritu me hace decir: Señor, yo confío en ti

Explicación

Bendito el hombre que confía en el Señor y pone su confianza en él.
Será como un árbol plantado junto al agua, que extiende sus raíces hacia la corriente; no teme que llegue el calor, y sus hojas están siempre verdes.
En época de sequía no se angustia, y nunca deja de dar fruto.

Jeremías 17, 20

¿Alguna vez conocieron a alguien así? Esas personas que a pesar de los golpes de la vida se mantienen firmes, con una sonrisa y transmitiendo alegría.

Cuando por primera vez me tope con una persona así me causo un “shock“ interno. Yo no podría entender el por qué de su sonrisa todos los días. Yo sabía por lo que esa persona estaba pasando y si yo estuviera en sus zapatos no podría si quiera salir de mi casa.Constantemente me hacía estos cuestionamientos y debo confesar que hasta llegue a sentir envidia por esa persona ¿Por qué es tan feliz? Me gustaría poder ser la mitad de lo feliz que es él.

Un día me acerque y le hice esa pregunta: ¿Por qué, aun con todo lo que estás viviendo, siempre estás feliz?
Probablemente ustedes ya anticiparon su respuesta, pero a mi me causo gran impacto cuando la escuche. El respondió sonriendo: Gracias a Dios. Yo sé que todo pasa por algo y confío que Él sabe lo que es bueno para mí. Lo que Él me mande con gusto lo acepto esperando poder servirle desde mi sufrir.

Esas palabras me llegaron en un momento en el que vivía alejado de Dios, de cierta forma pensaba que sus planes y los míos no iban de la mano y prefería enfocarme en los míos.
Pasaron muchas cosas por mi cabeza en ese momento y después de un rato de reflexionar me dije a mí mismo: “Yo quiero algo de eso…”

No tenía idea de todo lo que implicaba ni todo el proceso que estaba por empezar, yo simplemente sabía que quería un poco de esa felicidad. Así fue como comenzó mi búsqueda de Dios. Mi proceso hacia mi primer encuentro.
Esta persona me hizo voltear hacia Dios, y Él se encargo de enamorarme…

De cierta forma pienso que esa es la tarea de un misionero. Yo no creo que los misioneros tengamos la capacidad de convertir a la gente. Creo que venimos al mundo para con nuestro actuar hacer que las personas alcen su mirada al cielo. Y ya una vez con la cabeza arriba Dios se encarga del resto.
Cuando confías en Dios, en sus planes y en su amor todo cambia. Quizás no cambie tu realidad pero definitivamente cambia la forma en la que la percibes.

Reflexión

Jesús dijo: “Has creído porque has visto. Dichosos los que creen sin haber visto”.

Juan 20, 29

Durante este tiempo de contingencia, pareciera que nuestra fe está siendo probada. He llegado a pensar que todo esto ha servido para darnos cuenta que tanto lo amamos estando lejos. He visto publicaciones diciendo que están tristes porque “no pueden” estar con Él… Creo que hemos olvidado el verdadero significado de la fe y la confianza en Cristo.

Estar con Cristo, no necesariamente significa estar físicamente en el templo, orando; y si, ir a vivir la misa, comulgar, estar en adoración, estas son las mejores cosas del mundo, pero, realmente, estar con Él significa llevarlo en tu mente y tu corazón todos los días, de tal manera que tu esencia sea un reflejo de la suya y así transmitirlo a los demás, porque podrán verlo a Él en ti. Es cierto, las cosas han cambiado; esta Semana Santa fue difícil, fue muy dura, pero si nos ponemos a pensar, también fue una oportunidad de volver a Dios desde la intimidad de nuestra casa, desde la intimidad de nuestro corazón, y si logramos entender esto, entonces y solo entonces podremos confiar en que la Pascua que viene será gloriosa.

Confiar en Dios implica entender que Él siempre ha estado ahí cuando todos los demás se van, que a pesar de que todo pueda parecer derrumbarse, Él está en control de todo y que al final, todo obra para bien nuestro (Romanos 8, 28).
Podemos creernos las personas más cercanas a Él, y aun así dudar de sus promesas. Y no digo esto a la ligera, el ejemplo perfecto, sus discípulos. Estos hombres pasaron 3 años seguidos con Él; comían con Él, caminaban con Él, iban a todas partes juntos, vieron y escucharon cosas que ninguna otra persona tuvo el privilegio de ver y escuchar… Y, aun así, varios dudaban de si Jesús resucitaría. Unos ya estaban de camino a su pueblo cuando Él salió a su encuentro, y no lo reconocieron hasta que fraccionó el pan.

La pregunta obligada de esta reflexión: ¿De verdad confías en Dios? Ya, la respuesta obligada de todos es: Si. Pero piensa en todo lo que implica esta afirmación, porque en los últimos dos días nos dimos cuenta de que, al primer momento de desgracia, empezamos a reclamarle a Dios por abandonarnos.

“Sé bien en quién he puesto mi confianza”

2 Tim 1, 12

¡Pero que poderosísima frase de San Pablo! Y eso que cuando se la escribía a su amigo Timoteo, estaba en la cárcel. Y claro, esta no es una afirmación hecha a la ligera, sino que tiene todo el peso y autoridad de un cristiano que está atravesando uno de los peores momentos de su vida, pues cuando escribe esto, Pablo está en Roma, aguardando su condena a muerte. Se encuentra solo, abandonado hasta por los creyentes. Aun así, le escribe a Timoteo para comunicarle su ánimo y total confianza en el Señor.

¿Seriamos nosotros capaces de algo semejante? Te lo dejo de tarea. Y vaya que cuenta mucho, porque hoy viviremos la noche esperada, la noche de la poderosa resurrección de Jesús, nuestro amigo. Si después de todos estos días aún te cuesta trabajo confiar en Él, pide al Espíritu Santo que te asista y en algún momento, a pesar de que todo se derrumbe, podrás decir: ¡Señor, yo confío en ti!

Actividad

Hoy vamos a hacer un ejercicio un poco diferente…

Quiero pedirte un favor. Piensa en todo eso que normalmente le pides a Dios (salud, paz mundial, estabilidad, etc.)
Ahora, piensa en todas las necesidades que tengas, dolores, penas… En fin, todo aquello que te gustaría que Dios cambiara en tu vida.

¿Estás listo? Porque en este momento vamos a usar las armas que Dios nos ha dado, vamos a orar, pero no como lo hacemos normalmente, haremos esta oración como alguien que de verdad quiere convertirse en Instrumento de Dios.

Hoy en tu oración, en vez de pedir salud pide fortaleza para poder sobrellevar las situaciones difíciles de enfermedad.
En lugar de pedir que acabe esta pandemia, pide paciencia para soportarla, amor para que el sufrimiento de los demás no sea algo ajeno para ti y consuelo para esas personas que enfermaron en este tiempo.

Hoy, solo por hoy, no le pidamos a Dios que nos quite el sufrimiento; mejor roguemos por paz en nuestro interior.
En vez de pedirle a Dios que nos libre de la prueba, pidamos por Fe para pasar por ella de su mano.

Recuerda esto siempre, jamás hubiera habido Resurrección Gloriosa, si antes Jesús no hubiera pasado por su Pasión Dolorosa. Todo en esta vida pasa para algo, si nosotros tenemos confianza en que Dios está en control, cada crisis es una oportunidad.

En este día, pidamos al Espíritu Santo, que transforme nuestro interior para poder salir al mundo a dar testimonio de que Cristo resucitó, y nosotros resucitamos junto a Él .

1 Comment

  1. Bertha Elena Martínez Aguayo

    Gabo y Emanuel yo les agradezco esta iniciativa de misionar a través de este medio. En lo personal me ha sido de gran ayuda sus reflexiones y actividades y me han alegrado mucho con sus canciones y su música, me ha servido de mucho recogimiento.
    Analizando la letra de sus canciones me doy cuenta de que cada uno de nosotros si le decimos *SI* a Dios, podemos ser Misioneros en el lugar que nos toca vivir, no importa que sea encerrados en nuestra casa. Pues todo lo que tenemos que hacer es confiar en Dios, como lo mencionan en su reflexión de hoy, Él pondrá los medio necesarios para hacer que cada uno de nosotros nos convirtamos en un buen instrumento.
    Nuevamente muchas gracias y que Dios los bendiga

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