Cuando empiezas a dudar de aquello que soñaste
Y que esperaste, que Dios un día hiciera realidad
Cuando empiezas a creer que no vale la pena
Y que esta escena un final más triste no podría mostrar
Quieres rendirte y la lucha quieres acabar, pero siempre hay mas
Tienes que ser fuerte, aunque no puedas más, confía siempre en Dios, contigo Él está
Tienes que levantarte, sacudirte el polvo e intentarlo una vez mas
Tienes que seguir, por tus sueños luchar no olvides que solo nunca vas a estar
Hay en ti un guerrero, sal y vence el miedo, si quieres puedes llorar, pero no te rindas.
Dicen que el tiempo es el que sana todas tus heridas
Pero esta vida es más corta de lo que puedes creer
No puedes pasarte todo el tiempo lamentando
Lo que es pasado, el futuro nuevas cosas va a traer
Nunca te olvides del poder que te da la oración
Basta que creas para que sane tu corazón, Dios hará la acción
Tienes que ser fuerte, aunque no puedas más, confía siempre en Dios, contigo Él está
Tienes que levantarte, sacudirte el polvo e intentarlo una vez mas
Tienes que seguir, por tus sueños luchar no olvides que solo nunca vas a estar
Hay en ti un guerrero, sal y vence el miedo, si quieres puedes llorar, pero no te rindas.
No te rindas, no te rindas.
Si quieres puedes llorar, pero no te rindas.
Es muy fácil hacer planes y asegurar cosas porque tenemos la confianza de poder lograr lo que nos propongamos. Pero a veces no tomamos en cuenta lo rápido que pueden cambiar las circunstancias de la vida. Cuando experimentamos nuestro encuentro con Dios, pareciera que todo es color de rosa, nada duele, nada cansa. La luz brilla intensamente y qué fácil es visualizarlo en estos momentos. El problema viene cuando cae la noche, cuando todo esta oscuro, cuando tus planes se vienen hacia abajo y todo comienza a derrumbarse. Después de haber vivido con Dios, la pregunta más habitual en este tiempo es: ¿Dónde estás?
“No te rindas“ surgió en un tiempo de aridez espiritual muy grande, donde sentía que la noche era demasiado obscura y poco a poco perdía la esperanza de todo. Pero había una voz… ¡Esa bendita voz! Que no se cansa de llamarnos, y como un susurro, escuchaba muy despacio dentro de mi: No te rindas, Yo sé que puedes, no te rindas.
Y empezaba la auto-terapia todos los días al levantarme: “Tienes que ser fuerte, aunque ya no puedas. Confía en Dios, tú lo conoces, está contigo.” Y ese era el problema, sabía que estaba conmigo, pero me costaba demasiado verlo en medio de todo esto, me sentía abandonado. ¿Cuántas veces nos hemos sentido así en la vida? A veces solo deseamos que el tiempo pase para que ya no duela, y nos olvidamos de enfrentar justamente el dolor en si mismo. Pensamos una y otra y otra vez en lo que pasó y perdemos de vista el presente, por la esperanza de que vendrán tiempos mejores.
Pareciera que nos ponemos una venda para no ver a Dios y dejamos las armas que nos entregó cuando nos hicimos su instrumento. Es en estos momentos cuando más debemos acercarnos a Dios, y no olvidar el medio efectivo para comunicarnos con Él: la oración.
Yo sé que hay momentos de mucho dolor en la vida, donde sentimos que no podemos más y que nada va a salir bien. Pero si me permites hablarte desde lo que yo viví. Todo pasa. Es válido sentirse mal, es valido no querer hacer las cosas, lo que no es valido es rendirse. Tú, que ya conoces la voz de Dios, no te olvides que nunca estás solo. Vive tu duelo, vive tu soledad, vive lo que sea que estés pasando y si quieres puedes llorar… Pero por favor, no te rindas.
Reflexión
“Padre, si quieres, aparta de mí ese cáliz, pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya”.
Lucas. 22, 42
Hoy, el que está por dar su vida por ti, esta sufriendo; sufriendo en soledad.
El dolor que hoy experimenta Jesús es inmenso, y a diferencia del dolor de La Pasión, no es un dolor físico.
El miedo y sentimiento de abandono lo consumen por dentro… Él ya sabe lo que le espera.
Hoy la Iglesia acostumbra hacer una Vigilia Nocturna, en donde se acompaña a Jesús durante toda la noche en su sufrir.
En mis primeras misiones, cuando me tocó mi turno de acompañar al Santísimo, no tenía idea de qué decirle. Era noche, estábamos cansados y estaba frente a frente con Él.
El pasaje del Huerto de los Olivos me recordó que si bien estaba de rodillas frente a mi Dios, también estaba viendo a un hombre. Un hombre que hoy sufre, que está solo y durante toda la noche no deja de pensar en el sufrimiento que esta por vivir.
Si yo estuviera pasando por un dolor así, me gustaría tener a alguien que mantenga mi mente ocupada para no pensar en eso… Y así fue cuando por primera vez, acompañé a Mi Amigo.
Esa noche tuvimos una Plática que duró horas, donde yo le contaba sobre mi vida, mis problemas, mis miedos, mis errores, etc. Básicamente cualquier cosa que pasara por mi cabeza que lo pudiera distraer. Él a su manera me contestaba y me hacía sentir que todo estaba bien, que tener miedo es humano y me hacía sentir acompañado (cosa que me parecía irónica porque se supone era yo el que tenía que acompañarlo). Realmente era una plática entre dos amigos.
El Jueves Santo es un día con mucha carga teológica: El Lavatorio de Pies, El Mandamiento del Amor, La Institución del Sacerdocio, Institución de la Eucaristía… Pero para mí lo que lo hace especial, es esa oportunidad que se me presenta de poder velar con Él y retomar nuestras pláticas. Dedicar toda una noche a estar Él y yo en un momento de intimidad.
Este año tendrá que ser diferente. Por culpa de la pandemia, no podemos reunirnos en el templo y velar frente al Santísimo. Pero no necesitas estar en un templo para poder hablar con Él, para acompañarlo ni para demostrarle tu amor. Lo único que hace falta es que tú quieras, pues Él siempre tiene la puerta abierta.
Actividad
Para la actividad de hoy, te invito a escuchar de nuevo la canción de “No te Rindas” antes de irte a la cama. Pero esta vez, pensando que hoy es Él quien sufre.
Piensa que aún teniendo la oportunidad de rendirse, no lo hizo. Que acepto la voluntad del Padre y por amor a ti, entrego su vida.
Piensa en la soledad que puede estar sintiendo en estos momentos, piensa en Su miedo, en Su llanto y en Su humanidad. Él sufre igual que tú y que yo.
Piensa en las veces en las que tú has sufrido. Hoy tienes la opción de convertirte en la persona que tú hubieras necesitado en ese momento.
Dedícale un tiempo antes de dormir, plática con Él y acompáñalo el tiempo que te sea posible.
Hoy somos nosotros gritándole a Él “No te Rindas”, no estas solo, nosotros estamos contigo. Hoy, me toca a mi acompañarte.
El tiempo que tú le dediques se suma con el tiempo que le dediquemos todos. Como resultado, esta noche Él no estará solo.
Juntos podemos más, contigo somos más.
Día 4, neta este ha sido mi canto favorito. Es increíble como estas palabras me llegan y creo que a todos en general. Estoy mega agradecida por sus cantos y sus reflexiones para hacer más amena y hermosas estas misiones en casa. Amo cada canto hasta ahorita. Muchas gracias.
Me encantó!!! Muchas gracias
Hermosa canción!