“El mejor lugar en el mundo será siempre aquél en donde Dios me quiera”.

San José Freinademetz

La Semana Santa es y será un tiempo de renovación cristiana. En donde nosotros, acompañando a Jesús durante el Triduo Pascual, somos participes de su Pasión, Muerte y Resurrección.


Lo importante de este tiempo no es el recordar con tristeza lo que Cristo padeció, sino entender por qué murió y resucitó. Es celebrar y revivir su entrega a la muerte por amor a nosotros y el poder de su Resurrección, que es primicia de la nuestra.


Este año estamos viviendo una cuaresma diferente a otras, una donde un suceso global nos ha obligado a permanecer en casa, lejos de los templos y lugares de reuniones, pero no por eso ocultos del mundo. Nos ha distanciado de los campos de misión, pero no nos ha distanciado de Su mensaje y de todo lo que nuestro corazón quiere entregar por amor a Él. Estamos viviendo la cuaresma más dura en años, pero cuando todo esto pase, la pascua será de las más gloriosas que recordemos.

Todos estamos llamados a ser misioneros y la cuarentena no nos aleja de ese llamado, sino que nos invita a renovarlo y transformar la forma en la que vivimos la misión.